lunes, 13 de agosto de 2012

Maliciosa desde la Barranca por la cuerda de las Buitreras

Hacía algún tiempo que Jesús y yo teniamos la intención de ir a explorar la cresta de la cuerda de las Buitreras. Ante la escasez de reseñas detalladas en la web pensamos que la mejor forma de salir de dudas de si se podía o no se podía hacer era ir allí y comprobarlo nosostros mismos. Así pues, allá que fuimos el pasado domingo 12 de agosto aprovechando que remitía la intensa ola de calor sahariano de los dias previos. Como la cosa prometía, a esta aventura se nos unieron David Santillán y Celso, ambos gustosos de la escalada y de las buenas trepadas.


Alrededor de las 10:00 salíamos de la Barranca directamente hacia la cuerda para coger la cresta desde sus primeros riscos. Al principio la senda discurría a la agradable sombra de un pinar, pero al salir de allí comprobamos lo que se puede esperar de un soleado día de agosto (aunque sin ola de calor, menos mal). Ya desde el principio nos empezamos a subir a cuanto risco se nos ponía por delante, más que nada para ir calentando los músculos, pues las vistas que teníamos de la cresta que nos aguardaba prometían una jornada más que entretenida.


De Cuerda de las Buitreras
Así, risqueando poco a poco, nos fuimos aproximando a los primeros murallones de la cresta de las Buitreras propiamente dicha. Nos equipamos el arnés y el casco y allá que enfilamos los primeros tramos de trepada ya en serio (tan en serio que a mitad de vía nos encontramos con más dificultades de las esperadas y tuvimos que improvisar unas vías de escape para salir de allí, cada uno como pudo, llegando incluso a echar mano de la cuerda para ayudar a Celso a salir rapelando de un punto donde se había quedado bloqueado). Visto lo visto, después de los apuros padecidos, decidimos ser un poco más conservadores y tomarlo con calma de ahí en adelante, pues un aspecto que pudimos constatar (y que sería característico de toda la cresta hasta el final) es que en todo momento se nos ofrecían alternativas de subida y bajada para todos los gustos, más o menos complicadas, pudiendo elegir y adaptar la progresión por la cresta al nivel de dificultad de cada uno para disfrutarla al máximo, sin más malos ratos ni complicaciones innecesarias.


De Cuerda de las Buitreras
De esta forma fuimos cresteando sin problemas, disfrutando en cada tramo con las sorpresas escondidas que ibamos descubriendo, trepaditas guapas y muy resultonas y destrepes a cada cual más interesante y motivador (y en ocasiones también estrechos y vertiginosos tramos de funambulista por el mismísimo alto de la cresta si se los sabía buscar). Como siempre, había que ir con mucho cuidado para no tirar piedras sueltas a los compañeros a pesar de que la cresta está formada principalmente por grandes bloques de granito encajados (lo que le da un carácter bastante más estable y menos descompuesto que las pizarras del Garmo Negro de la semana pasada). Sin embargo, nunca hay que confiarse a pesar de las apariencias, porque al menos en tres ocasiones me encontré con bloques bien gordos sueltos y en precario equilibrio que me los podría haber echado encima y dejarme planchado como un sello si me hubiera fiado y me hubiera agarrado a ellos cargando peso. Gracias a que en todo momento ibamos alerta tanteando el terreno nos ahorramos este tipo de sustos desagradables.
De Cuerda de las Buitreras

De Cuerda de las Buitreras

Cuando llegamos a la parte de arriba de la cuerda vimos que todo lo que quedaba hasta la cima de la Maliciosa se suavizaba notablemente y ya no hacía falta llevar el arnés y el casco, así que los guardamos y proseguimos la marcha. En la cresta no nos habíamos encontrado con nadie, como era de esperar. Lo sorprendente fue que tampoco había nadie en la cima de la Maliciosa ni en los alrededores (a pesar de que eran sobre las 15:30 cuando llegamos) y allí nos quedamos a comer contentos y felices.
De Cuerda de las Buitreras


El sol había pegado fuerte todo el día y a esas alturas íbamos un poco justos de reservas de agua, así que decidimos bajar de vuelta a la Barranca por la vía más directa: la senda del arroyo Tijerillas. Sin embargo, un pequeño despiste nos hizo tomar una alternativa un poquito más al norte que nos ofreció unas panorámicas sin igual de la cresta de las Buitreras a un lado y del Peñotillo de la Maliciosa al otro (una alternativa muy interesante para cuando subamos por allí, dicho sea de paso). En el punto donde cruzamos el Tijerillas para unirnos a la senda "oficial" comprobamos con gran alegría que aún corría el agua, fresca y limpia, procedente de un manantial cercano y pudimos aliviar nuestra sed. De todas formas, de ahí a la Barranca no quedaba gran trecho y sobre las 17:00 ya estábamos celebrando tan satisfactoria ruta de exploración a base de cerveza fresquita y rehidrantante.

Resumiendo: una cresta pequeñita aquí cerquita de casa (que se puede hacer tan larga y entretenida como se quiera), muy disfrutona y apta para todos los públicos en función del camino que se elija (por supuesto hay que saber calibrar con ojo experto la dificultad de cada paso, tanto de subida como de bajada, para no meterse en líos innecesarios). No hace falta llevar material, si bien quien desee dar rienda suelta a la cabra montés que lleva dentro tiene opciones más que sobradas para complicarse la vida todo lo que quiera (en ese caso sí que es recomendable llevar una cuerda, arnés, casco y descensor, sólo por si acaso). Incluso localizamos varios puntos ideales para iniciarse en el mundo de la escalada clásica. Si se va con cuidado y respeto, garantizo una jornada de diversión montañera sin mayores problemas que alguna raspadura o algún que otro corte por los afilados cristales de cuarzo del granito sin pulir, abrasivo como él solo. A disfrutarlo pues.

Un xaludote


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